Fecha: lunes, 4 de julio de 2016
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San José de Cupertino fue un religioso franciscano que poseía escasa aptitud para aprender, fue admitido como hermano lego; y luego fue preparado para el sacerdocio, logrando ordenarse presbítero gracias a sus milagrosos exámenes, con la protección y amparo de la Santísima Virgen. Por eso se le invoca como protector de los estudiantes. Algunos hechos sorprendentes durante sus estudios y pruebas A José, lo estaban preparando para el Sacerdocio, pero era de ese tipo de personas que cuando iba a presentar exámenes todo se le olvidaba y no era capaz de responder. Uno de esos, en época de exámenes finales, Fray José, había logrado aprenderse sólo una frase del evangelio de la cual era capaz de explicar completamente: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba muy asustado, pero al empezar el examen, el profesor dijo a todos: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, esa será la que tienen que explicar". Y justamente salió la única frase que Fray Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre ". Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes serían ordenados. Llegó el Obispo a examinar a cada uno de los candidatos. Ya llevaba 10 personas examinadas cuando el obispo dice: "¡Vaya, han respondido maravillosamente bien todas las preguntas!, ¿para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?". Cupertino, era el próximo en la fila y estaba atemorizado, se libró de tener que pasar el examen. Es por eso que nuestro santo es el patrón de los estudiantes, especialmente de los que, como el, encuentran dificultades en sus estudios. El santo se complace en ayudarles. Oración por los exámenes Querido Santo, purifica mi corazón, transfórmalo y hazlo semejante al tuyo, infunde en mí tu fervor, tu sabiduría y tu fe. Muestra tu bondad ayudándome y yo me esforzaré en imitar tus virtudes. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en la principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Amable protector mío, el estudio frecuentemente me resulta difícil, duro y aburrido. Tú puedes hacérmelo fácil y agradable. Esperas solamente mi llamada. Yo te prometo un mayor esfuerzo en mis estudios y una vida más digna de tu santidad. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Oh Dios, que dispusiste atraerlo todo a tu unigénito Hijo, elevado sobre la tierra en la Cruz, concédenos que, por los méritos y ejemplos de tu Confesor José, sobre poniéndonos a todas las terrenas concupiscencias, merezcamos llegar a Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. |